viernes, 19 de junio de 2020

La odisea de Rurrenabaque y la ira de Jenni!

Como les mencione en el post previo, todos los caminos llevan a La Paz ya que siempre tuvimos que retornar a la terminal para coger un nuevo rumbo. Esta vez decidimos improvisar con el destino, habíamos leído sobre algunos sitios para conocer en Bolivia pero no nos decidimos por nada, así que lo dejamos al azar. Con las mochilas al hombro nos fuimos para el Alto, ya que de allí salían buses con otras rutas.
Estábamos ya por la terminal del Alto mirando las flotas, esperando una señal del destino para ya determinar nuestro rumbo. Había una flota afuera de una de las agencias de viaje, ya la estaban cargando con equipaje, cajas, hasta gallinas escuché, entramos a la agencia a averiguar sobre esta flota y tenía de destino "Rurrenabaque," Jenni y yo ya habíamos leído algo sobre este lugar, era parte de la Amazonía Boliviana y un sitio apetecido por los turistas.

No se viaja para escapar de la vida, se viaja para que la vida no se escape

El único inconveniente que teníamos en ese momento era que Jenni estaba en "sus días," así que para ella era crucial saber el tiempo del viaje y por supuesto que la flota contara con baño. Nos dijeron que el viaje era de unas 13 horas y Jenni después de preguntar diez veces si había baño en la flota, diez veces nos aseguraron que sí. Ya casi caía la noche y la decisión estaba tomada, viajaríamos con rumbo al Amazonas de nuevo, pero esta vez en Bolivia.
La flota era un poco anticuada, el típico bus viejo de ciudad que echa humo negro y le suena hasta la pintura, pues así era y súmele todo el equipaje incluyendo gallinas en la parte de atrás, parecía un coroteo. Para completar, no había baño, ya sentía yo la energía de Jenni y apreté muy fuerte mi crucifijo. Ya los pasajes estaban pagos, no habían otros buses ese día ni devolución de dinero así que el viaje seguía en pie, intenté darle apoyo moral a Jenni asegurandole que en las paradas podría usar los baños que todo iba salir bien. 

El ambiente en el bus

Adelantándonos ya casi a la media noche, el bus todavía no había hecho ninguna parada y la ira de Jenni ya estaba desatada. Cuando hizo una parada, literal fue de 3 minutos exactos (me atrevo a decirlo con certeza pues nunca se le olvido a Jenni,) en la mitad de la nada donde solo los hombres pudieron aprovechar los matorrales, ya que no había ningún baño disponible y menos para las necesidades de Jenni. Lo que si les puedo decir es que estábamos rodeados de selva, de oscuridad, y de unas carreteras muy tenebrosas con unos precipicios bastante elevados.

No estoy diciendo que sea fácil, estoy diciendo que valdrá la pena

Un rato después baje donde el conductor y le hice el reclamo que por que no hacía paradas que los pasajeros teníamos necesidades, me aseguraba que sí pararía...y por todas las horas que restaban del viaje no se detuvo, en la mañana paró un momento a echar gasolina, ya casi para llegar. Digamos que Jenni no me dijo ni una palabra en toda la noche, y yo no me atrevía ni a mirarla ni dirigirle la palabra, solo le di su espacio e hice fuerza que llegáramos pronto.
A Rurrenabaque llegamos sobre las 8 de la mañana, hacía un calor infernal, y a pesar del largo viaje y del mal rato para Jenni, ya lo peor había pasado, ya era un nuevo día, rodeados de naturaleza, de aire puro y del gran Amazonas, a pesar de todo había valido la pena la travesía.










1 comentario:

  1. No se viaja para escapar de la vida, si no para que la vida no se nos escape, me fascinan estas frases, aunque con ratos desagradables, me alegra que ustedes estén haciendo efectiva esta frase y que continúe....

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